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En el pasado, por cierto no muy lejano, cuando apareció la informática muchos creían que esto iba a suponer la práctica desaparición del papel en los intercambios de información en las empresas y en las administraciones públicas.
Craso error, en verdad era todo un espectáculo contemplar las carretillas repletas de listados de papel saliendo de los Centros de Cálculo hacia los lugares más recónditos de las empresas. En el mercado aparecían nuevas impresoras, cada vez más veloces, que producían listados y más listados.
En realidad, los soportes electrónicos habían nacido para sustituir al papel pero el uso que los profesionales estaban dando a la informática lo impedía. En aquella época se solía hablar de "mecanizar", vocablo que venía a significar hacer todo igual que se venía haciendo salvo que se realizaba con máquinas; lo que, en definitiva, suponía que si algo se venía haciendo mal ahora se seguía haciendo mal pero mucho más rápido, con lo que los errores crecían exponencialmente.
Desgraciadamente en muchas instalaciones actuales también se puede seguir hablando de mecanización, pues informatizar significa algo más: contemplar la empresa como un sistema de información lo que la mayoría de las veces requiere una filosofía distinta de trabajo para así poder aprovechar al máximo lo que nos ofrecen las nuevas tecnologías de la información.
Con la incorporación de las comunicaciones y especialmente con el uso masivo de Internet parece que el panorama va cambiando poco a poco. La implantación del correo electrónico en las empresas e instituciones ha reducido considerablemente el intercambio de notas, oficios, circulares, etc. en las mismas, lo que ha producido el consiguiente ahorro de papel con la importancia que esto tiene desde el punto de vista ecológico.
No obstante, el uso del documento electrónico y la introducción del comercio electrónico plantea algunos problemas. Entre ellos, quizá el más importante, el de la seguridad y especialmente la integridad del documento y la autenticación de quien lo envía.
Los avances en los últimos tiempos de los criptosistemas asimétricos o de clave pública han permitido el desarrollo de la firma digital dada la propiedad de reversibilidad de sus claves. Ahora bien, admitida la firma digital surge la necesidad de que, por los menos en una primera transacción entre las partes contratantes, exista alguna institución que garantice que quien manifiesta ser alguien en realidad lo es, y para cubrir esa necesidad nacen las Autoridades de Certificación electrónica.
Estas instituciones vienen a ser notarías de claves públicas que de una forma inequívoca, firman o certifican la clave pública y los datos identificativos de cada usuario
En nuestro país, en el momento actual, existen tres Autoridades de Certificación Electrónica: ACE, Proyecto CERES, y FESTE.
ACE, Agencia de Certificación Electrónica, está constituida por el Grupo Telefónica, CECA, SERMEPA y Sistema 4B, y tiene por objeto constituirse en una Tercera Parte Fiable en nuestro ámbito comercial. Sus funciones son promover el comercio electrónico seguro sobre redes abiertas como Infovía e Internet, y ser también el elemento de confianza para transacciones seguras no necesariamente económicas, que puedan requerir empresas e instituciones públicas o privadas.
En el proyecto CERES participan: el Consejo Superior de Informática del Ministerio para las Administraciones Públicas, Correos y Telégrafos y la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Este proyecto tiene como objetivo la creación de una Autoridad Pública de Certificación cuyo funcionamiento está basado en un sistema de clave pública en el cual se hace uso de una tarjeta inteligente. Su función es la de asegurar las comunicaciones siempre que en uno de los extremos esté una Administración Pública.
FESTE, Fundación para el Estudio de la Seguridad de las Telecomunicaciones está constituida por la Universidad de Zaragoza, el Consejo General de los Corredores de Comercio, el Consejo General del Notariado y la empresa Intercomputer. Esta institución surge con el deseo de transformarse en un foro para el estudio y el desarrollo de mecanismos e instrumentos para la seguridad desde las perspectivas jurídica y tecnológica. Por el momento se limitan a certificar servidores de Internet, pero su objetivo es extender su actividad a particulares.
Por nuestra parte, somos conscientes de que el desarrollo que está experimentando el comercio electrónico en nuestro país y más aún el que se prevé para los próximos años hace necesario la constitución de instituciones que garanticen quién es quién en la red, pero a la vez nos produce cierto temor que puedan existir colectivos que en defensa de sus legítimas aspiraciones, quieran llevar a la red toda la burocracia y a veces también todos los impedimentos del mundo analógico con el consiguiente encarecimiento de las transacciones olvidando muchas veces que en el mundo digital la seguridad se puede obtener de otra forma.
Muchas de las transacciones que se realizan por Internet son de escaso valor económico cada una, aunque sean de gran valor en su conjunto, por lo que el encarecimiento de las mismas puede significar su desaparición.
Esperamos que se comprenda de una vez por todas que el mundo digital no tiene porqué funcionar exactamente igual que el mundo analógico.
(Publicado en el número 24 de la revista EN LÍNEA informática)
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